Todos comenzamos en diferentes lugares de la vida. Ninguno de nosotros pudo elegir dónde nacer o en qué tipo de familia nacimos. Ninguno de nosotros pudo elegir nuestro entorno socioeconómico, el sistema educativo al que nos empujaron o las oportunidades que pudimos haber tenido en los primeros años de vida. Para muchos podría parecer que la vida no es justa.
A pesar de las variadas circunstancias que rodean nuestra infancia, Dios ha establecido un campo de juego parejo en el Reino. No todos aprovechan la provisión de Dios, pero todos pueden hacerlo. Independientemente de nuestros comienzos en este mundo, todos tenemos acceso a la gracia de Dios por fe. La fe es el gran igualador entre los hombres.
“Conforme a vuestra fe os sea hecho”. (Mateo 9:29)
La fe no depende de los antecedentes, la educación, el estatus social, el género, la raza o incluso los errores que hemos cometido en la vida. La fe trasciende el mundo visible y abre al creyente la abundante provisión del mundo del Espíritu.
“Ahora la fe es…. la evidencia de las cosas que no se ven.” (Hebreos 11:1)
La fe se concibe al escuchar la Palabra de Dios en tu espíritu (Rom. 10:17). CUALQUIERA puede escuchar a Dios. La clase de fe de Dios puede nacer en el corazón de los débiles y los poderosos. La fe no depende de nuestras circunstancias; depende de un corazón que está escuchando a Dios.
En los días de Jesús, eran los más desesperados y los que vivían al margen de la sociedad los que podían recibir de Él a causa de su fe. Jesús no les preguntó por qué estaban sufriendo, qué errores o pecados habían cometido, o si eran dignos de Su gracia en sus vidas. Él simplemente respondió a su fe. ¡Dios siempre responde a la fe sin importar la historia del que cree! La fe es el ecualizador en el Reino.
No dejes que tu pasado te robe el futuro que Dios tiene para ti. Cree en Su Palabra y permite que Él te levante. La fe te llevará a la misma presencia de Dios, te promoverá, te proveerá, te sanará, te protegerá y te dará Su vida abundante.
“Todo es posible para el que cree.” (Marcos 9:23)
Comments