Estás atrapado en las palabras de tu boca; Eres tomado por las palabras de tu boca.
(Proverbios 6:2)
La boca del necio es su destrucción, y sus labios lazo de su alma.
(Proverbios 18:7)
Te has puesto a pensar, que poder tienen las palabras en tu boca, que esta guiando tu vida?
Algunos de mis mayores arrepentimientos tienen que ver con cosas que he dicho. Un comentario irreflexivo, un momento de frustración o un intento de ser gracioso; palabras que desearía poder recuperar. Las palabras son cosas tan poderosas.
Quizás disfruto tanto escribiendo porque tengo tiempo para reconsiderar lo que he escrito antes de compartirlo con otros. Algunas cosas las escribo y las dejo 'en borrador' por un período de tiempo antes de volver a leerlas, luego vuelvo a leerlas y pienso si eso era lo que quería decir. Suelo hacer cambios antes de compartir estos post, porque no quiero hablar desde mi corazón sino desde mi espíritu, quiero compartir algo que Dios me este dirigiendo. El tiempo da la oportunidad de reflexionar, calmarse o considerar otras perspectivas o información.
Sin embargo, rara vez hacemos eso cuando hablamos. Tendemos a dejar escapar nuestros primeros sentimientos. Poco pensamiento y meditación entran en gran parte de lo que decimos.
¿Alguna vez has notado las ocasiones en que a Jesús se le hizo una pregunta y Él respondió con una respuesta que parecía que no debía haber estado escuchando? Pero él estaba. Estaba escuchando al Espíritu. Su respuesta vino del Espíritu de Dios y no fue simplemente Su primer pensamiento al azar. Dijo lo que el interrogador necesitaba oír, no lo que la carne quería decir. En la multitud de las palabras no falta el pecado, pero el que refrena sus labios es sabio.
La lengua del justo es plata escogida; El corazón del impío vale poco. Los labios del justo alimentan a muchos, (Prov. 10:19-21) Podemos escoger los labios del justo y una lengua de plata escogida. Aprendamos a hablar desde el Espíritu y no desde la carne. Tal vez deberíamos seguir el viejo dicho y contar hasta diez antes de hablar. O cincuenta. Aprende a ser dador de vida con tus palabras.
Así que te invito, a que te tomes tu tiempo, para pensar antes de hablar; para meditar en lo quieres decir, para dejar que el Espíritu de Dios te hable y tu puedas hablar de ello y sobre todo para arrepentirte de lo que has hablado y te ha dejado preso en los dichos de tu boca.
Feliz dia
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