DEVOCIONAL Todo cristiano es tentado a tratar al evangelio como una cosa pequeña. Constantemente nos tenemos que recordar la realidad de que Cristo, el Alfa y Omega, el Principio y el Fin, el Verbo que formó el universo al hablar, dejó la gloria del cielo para venir a un establo. Dejando de lado sus coronas celestiales tomó la forma de un hombre débil, para reconciliar a aquellos que al pecar en contra de un Santo Dios se convirtieron en sus enemigos. Esto es suficiente para tener un motivo para adorarle, El evangelio describe claramente los motivos para adorarle. El evangelio nos dice que Jesús, siendo la expresión exacta de la naturaleza de Dios, el resplandor de Su gloria, en quien habita toda la plenitud de la Deidad, caminó entre nosotros. Y vimos Su Gloria, pero la despreciamos por amor a nuestros deseos y pasiones pecaminosas. Pero Él, por causa del gran amor con que nos amó, tomó forma de siervo y se humilló hasta lo sumo. Él fue golpeado, humillado, y cargando nuestros pecados en su cuerpo sobre una cruz se convirtió en nuestro sustituto, tomando la justa ira de Dios que merecían nuestras rebeliones. Mas Dios lo resucitó y lo sentó a Su diestra, dándole todo dominio, poder y autoridad sobre todo lo creado, a fin de que todas las cosas estén bajo los pies del Salvador, quien es bendito por los siglos. Solo El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza (Ap. 5:12). Un día, Cristo el Señor regresará para reinar, y toda lengua confesará que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios Padre. ¡Mejores noticias que estas no existen en toda la tierra! Mejores razones y motivos de adoración jamás encontrarás. Nosotros amamos a Dios porque Dios nos amó primero, ¡y qué manera de amarnos! De enemigos nos ha hecho sus hijos. No solo nos perdona nuestra traición cósmica de pecar contra el Soberano, también nos adopta como suyos. ¡Cuán triste es nuestra naturaleza caída que nubla nuestra vista de las glorias del evangelio! Igual de triste es el ver que podemos llegar a menospreciar lo que el Salvador ha hecho por nosotros y lo lleguemos a minimizar. Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre. Filipenses 2:5-11 NTV TEXTO PARA LEER Y MEMORIZAR para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre. Filipenses 2:10-11
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