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Lee: Efesios 4:31-32; Mateo 6:14-15; Mateo 5:44-45
ORACION MODELO
Amado Jesús: Empiezo hoy dándote gracias por todo lo que has hecho hasta hoy con la vida de mis hijos.
Gracias por lo que veo y gracias por lo que aún no veo, pues tu palabra dice que terminaras la buena obra que empezaste en cada uno de ellos y yo confío en que esa promesa es realidad para cada uno de ellos.
Hoy pongo delante de ti la vida de mis hijos y te suplico que derrames sobre ellos tu ESPIRITU DE PERDON.
Te clamo para que todo el tiempo puedan perdonar, porque es lo que tú quieres que hagan.
Que puedan tener una verdadera vida de perdón al entender que perdonar es tu deseo, que es una decisión y que llevarla a cabo los libera de ataduras.
Te pido que en primero puedan perdonarme a mí los errores que cometí en el pasado, o incluso los que cometo hoy en día; que sus corazones no guarden resentimiento por los desaciertos que tuve para con ellos.
Que puedan honrarme de todas maneras, reconociendo que yo, como ser humano, puedo tener muchos defectos, debilidades, y errores.
Que yo no tenga que ser juzgada, ni condenada por ellos.
Que ellos comprendan que SOLO TÚ, puedes juzgar, porque eres el ÚNICO que conoce nuestro corazón y nuestra alma.
NUNCA permitas que sus corazones guarden ENOJO, ODIO, RENCOR, AMARGURA, VENGANZA, contra nadie.
Que mis hijos puedan entender que una de las características que distinguen a los ciudadanos de tu Reino es el PERDÓN y que ese Perdón abre las puertas de la sanidad total para ellos.
Ayúdales a aprender a manejar situaciones donde hay personas difíciles, reactivas, intratables, malhumoradas, o indeseables; dales mucha paciencia y mucho AMOR, en este y en todo momento.
Que ellos puedan apropiarse de tu paz, orar y bendecir AUN a los que les maldicen.
También oro para que mis hijos sepan manejar las frustraciones y fracasos de la vida sin culparte a ti de sus problemas o enojarse contigo.
Oro para que puedan perdonarse a ellos mismos por cualquier error en sus vidas, y DEJANDO TODO ATRAS puedan levantarse de nuevo de tu mano para PROSEGUIR A LA META DEL SUPREMO LLAMAMIENTO.
Padre: que la amargura no eche raíces en los corazones de mi/s hijo/s.
Te lo suplico en el poderoso nombre de Cristo Jesús.
Gracias porque me escuchas, porque respondes y porque tus planes para mis hijos son de bienestar a fin de darles un futuro y una esperanza.
Medita: Mateo 18:23-35